¿Tu verdad?
Cuando hablamos de verdad, parece que todo lo que hay son "verdades personales".
"Mi verdad", "tu verdad", "la verdad de cada uno…" Y parece que todas ellas deben ser consideradas como igualmente válidas.
El problema es que todas son igual de falsas e igual de inválidas.
¿Acaso puede haber una verdad a tu medida?
¿Cómo sería eso? ¿Como la carta de un restaurante?
¿Qué pedirías? ¿La verdad del día?
¿O una verdad especialmente cocinada para ti, a medida, que encaje bien con tu condicionamiento y tus antojos del momento?
Obviamente, no hay un surtido de verdades entre las que elegir.
Esta idea forma parte del constructo de la falsa identidad, que intenta establecer una "verdad personal" formada por una colección de creencias con las que espera legitimar su existencia vacía e ilusoria.
Pero lo que es falso nunca podrá reemplazar lo que es verdadero.
Por muchas pretendidas verdades personales con las que se cubra, por mucho que crea poder escoger y ajustar lo que es cierto a la medida de su visión personal, el falso yo y su "verdad" siempre serán un sucedáneo insatisfactorio de lo que realmente deseas.
La verdad no es una opción, ni es personal, ni es creada por nadie.
La posibilidad de reconocer la verdad no es más que la posibilidad de volver a la realidad.
Nunca sientes algo diferente a lo que sientes. Nunca piensas algo diferente a lo que piensas. Nunca sucede algo distinto a lo que sucede.
No hay nada más verdadero que la forma que está tomando esto ahora. No hay ninguna verdad oculta, misteriosa o inalcanzable.
Es muy simple realmente: si tienes que llegar a ella a través de algo, si no está aquí, no es la verdad.
Nada que pueda suceder después, nada que se pueda añadir, será más real y más completo que la inmediata realidad de esto.
La verdad del ahora no es una gama de opciones, es lo que es.
No hay nada más en el menú porque no hay menú.
Esto es anterior a toda creencia, a todo concepto, a todo intento de modificación, a toda pretensión imposible de alterarlo.
Y por eso, elegir la verdad es estar dispuesto a no elegir.
La verdad nunca será. Es esto, ahora, siendo exactamente esto.
La intervención de un yo ilusorio nunca fue necesaria.
Esto es simplemente lo que es, brillando siempre aquí, como esta plenitud incuestionable, libre de todos los velos de "lo que debería ser", de "mi verdad" y de alternativas que nunca existieron.
No hay nada que esperar. Nada que encontrar. Nada falta ni nada sobra. Nada puede completar lo que ya está completo.
Tu deseo de verdad ya te ha sido concedido. Disfrútalo.