¿Indiferencia espiritual?

    "Todo es como es" no es una invitación a la indiferencia.

    Es simplemente una forma de describir la realidad.

    El reconocimiento de la realidad fundamental no da lugar a la inacción, sino a la acción pertinente, articulada desde la verdad e impulsada por una pasión que no es personal.

    Esta pasión no surge como un deseo de luchar y "corregir" el mundo, sino de expresión y disolución de la ignorancia y sus efectos.

    No es posible vencer a la ignorancia con más ignorancia. La ignorancia es separación y conflicto, la lucha solo la alimenta.

    El conflicto desaparece cuando las dos partes que lo sostienen se disuelven en el amor de lo que es.

    El intento de evitar una imaginada indiferencia es solo la forma en la que el conflicto justifica su propia existencia.

    En realidad, cuanto más reconoces lo que es, más evidente se vuelve lo que no es y menos indiferente te resulta.

    El dolor frente a la desigualdad y la injusticia no es un error ni un obstáculo, sino una invitación a volver a ti:

    a ser un foco de amor y verdad ahí donde parecen estar ausentes.

    El error no está en querer que las cosas cambien.

    Está en la ilusión de un individuo intentando que la realidad se ajuste a sus deseos para poder sentirse bien.

    El deseo de paz no es personal ni se satisface con medios personales.

    Nunca hay error en lo que sientes ni en lo que deseas. El problema está en la creencia de que no deberías sentirlo.

    Cuando el conflicto con lo que sientes cesa, desaparece el sufrimiento,

    pero el deseo genuino de cambio persiste, así como también persiste el impulso de actuar para expresar algo más verdadero.

    Luchar contra tu deseo de cambiar las cosas desde una supuesta "indiferencia espiritual" que se supone que deberías sentir no tiene nada que ver con el hecho de que todo es como es.

    Eso es solo otra forma de ignorancia y sufrimiento.

    Todo es como es, sí:

    ya está completo y libre de la ilusión de un individuo que necesita que las cosas se ajusten a sus deseos.

    Y eso incluye el movimiento natural que se expresa desde la verdad de tu ser.

    No se trata, pues, de resignarte, de intentar "no hacer" ni de pretender que no te afecten las cosas.

    Se trata de volver a ti y poner tú lo que sientes que falta desde la completa plenitud que eres, a través de la acción más verdadera en cada momento.

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